Puede que
esta vez
Sonia Pulido
y Xavi Doménech
Ediciones Sins Entido. Madrid 2006
|
Marditos ilustradores
En los últimos días se han sucedido
las noticias que unen el mundo de la ilustración al de los tebeos.
En Palma, la clausura de la muestra dedicada a Gallardo
en el Casal Solleric propiciaba que el IDI le invitara a disertar sobre
su labor como ilustrador, ante un público formado mayoritariamente
por estudiantes de diseño. Gallardo explicó algunos de sus
últimos encargos, que comprenden desde carteles para películas
hasta portadas de discos, pasando por un nuevo libro en un formato narrativo
similar al que empleó en Tres Viajes, dedicado en esta
ocasión al miedo a volar.
El día anterior, otro ilustrador nos había honrado con su
presencia. Me refiero a Jordi Labanda, cuya glamurosa
inauguración ya ha sido comentada en el Diario de Mallorca, patrocinador
además del evento. Aunque ya escribí sobre su libro en el
momento de su aparición, no está de más volver a
dedicarle unas líneas con motivo de esta exposición. Primero,
les animo a contemplar sus originales, sorprendentemente pequeños,
limpios y precisos. Ya sé que no es santo de la devoción
de muchos pero, según pudimos comprobar el día de su sesión
de firmas, partidarios no le faltan. La sala se llenó a rebosar
con la gente más chic de Palma, con rubias imposibles cargadas
de dorados y lánguidos chicos de ambigua sexualidad que componían
entre todos un auténtico tableau vivant, como si los personajes
del autor hubieran salido de sus viñetas, desparramándose
por la exposición. No faltaban los niños bien vestidos y
alguna perra de luxe para rematar el efecto. En cuanto a su trabajo, permítanme
que me repita. Me enternecen esos personajes capaces de cualquier cosa
para estar a la última y me fascina que sea precisamente alguien
como él, quien mejor esté retratando parte de lo que ha
pasado en este país. He vuelto a reírme con algunos de sus
chistes, como el de la niña que, aferrada a su traje del Corte
Inglés, le suelta a su madre: si tú hiciste la comunión
vestida de progre, es tu problema, porque yo pienso hacerla como Dios
manda. O el de las que se tuestan al sol mientras una de ellas comenta:
te cambia la vida el día que te das cuenta de que puedes ser progre
y estar forrado. Labanda parece disfrutar con ese mundo de lujo y sofisticación
que retrata. Y eso, según me dicen, es una falta imperdonable.
Personalmente, agradezco su saludable presencia. Dios nos libre de un
mundo sin frívolos.
Algo más grave es el último trabajo de uno de los asistentes
a la charla de Gallardo. Me refiero a Max, que acaba
de presentar Un perro, libro donde ilustra un relato de Marco
Deveni. La obra es tan breve como formidable en la parte gráfica.
Cinco tintas planas, entre las que sobresale un salmón similar
al que ya inundaba la portada de Espiasueños, iluminan
un sólido conjunto en el que los espacios vacíos adquieren
un renovado protagonismo. Max demuestra otra vez su maestría, paseando
con naturalidad por unos inhóspitos parajes medievales. Resumiendo,
es como si Disney hubiese decidido adaptar El séptimo
sello. Cuesta escoger una plancha, en esta colección de láminas
terribles y espléndidas. Por citar algunas: la del perro contra
el fondo verde, tan desolada como evocadora, o la de la inmensa torre,
con esos cielos románticos tan característicos del autor.
En fin, una maravilla, producida con esmero y que constituirá con
el tiempo un pequeño tesoro para conservar y revisar con delectación.
Por último, Sonia Pulido presenta su primera recopilación,
Puede que esta vez. Conocemos a esta ilustradora por sus colaboraciones
en Esquitx y NSLM y no la habíamos visto antes enfrentándose
a un formato tan largo. La excusa argumental le permite completar un volumen
que pasa de las sesenta páginas, pero, como en anteriores ocasiones,
los textos son apenas una guía para saltar de un dibujo al siguiente,
frases cuya mayor virtud es la brevedad y su clara voluntad de situarse
en un segundo plano, otorgando todo el protagonismo a unos dibujos tan
espléndidos como siempre. La mayor pega que pondría a este
trabajo es la ausencia de color. No cabe duda de que los dibujos de Sonia
pueden funcionar en blanco y negro, pero nos gustan mucho más en
color.
Florentino Flórez
|