Spiderman. Las tiras completas.
El joven
Lovecraft
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Tiras de ayer y de hoy Una de las divisiones básicas entre comics es aquella que los clasifica como sundays o dailies. Como es sabido, el medio nace muy unido a la prensa, en los espectaculares dominicales a color de los periódicos, a página completa. Pero pronto saltaron también a la prensa diaria, en un formato más reducido, lo que hoy denominamos tira, una franja con tres o cuatro viñetas. Con el tiempo, tanto los dominicales como las tiras se agruparon en álbumes, los primeros comic-books. La cuestión es que el formato que más se ha desarrollado es la página completa. Los dailies, las tiras, han servido habitualmente de refugio para el humor y, de hecho, muchos de los grandes humoristas que recordamos se expresaron en tiras, de Quino a Schulz pasando por Watterson. Últimamente, de acuerdo con la política de recuperación de clásicos de algunas editoriales, hemos podido disfrutar de unas cuantas tiras clásicas serias como Rip Kirby o James Bond. Y ahora nos llega Spiderman. La tira de Spiderman apareció en los periódicos a finales de los setenta, cuando el personaje ya era popular en los quioscos. Para sus autores era una oportunidad de acceder a un público adulto, más variopinto que los adolescentes que constituían su monocultivo habitual. En ese sentido, notamos el esfuerzo de Romita, el dibujante, por mantener y superar el nivel de calidad de la serie, que ya era alto. Es una pena que la edición sea tan pequeña, porque no permite disfrutar adecuadamente de un artista minusvalorado y que yo cuento entre los más grandes, sobre todo por su dominio de las expresiones faciales, pero también por la dinámica de sus personajes y su variada narrativa. Si la calidad de Romita está fuera de toda duda y por sí sola basta para recomendar esta colección, la verdadera sorpresa llega con el guión. No sé si Lee contrató a un negro o es que realmente se esforzó porque el proyecto le ilusionaba. La cuestión es que estas aventuras se leen con interés, resultan muy entretenidas, ligeras sin parecer idiotas. No esperen a Shakespeare sino las habituales tribulaciones del trepamuros adolescente, pero el desarrollo de sus andanzas está bien contado y el tomo se devora con satisfacción. Si este volumen tiene su origen en prensa, el siguiente parte de un soporte más moderno: Internet. El mallorquín Oliver al guión y el ibicenco Torres en los dibujos, llevan tiempo publicando en la red las andanzas de su joven héroe, Lovecraft. El original concepto imagina la infancia del escritor de Providence, rodeado de monstruos y aislado de sus compañeros de clase. Los guiones son inteligentes y divertidos y los dibujos simpáticos y funcionales. El resultado es una tira tierna e ingeniosa, que se lee con agrado y puede llegar a ser muy divertida. Entre mis favoritas siguen las que adaptan clásicos de la literatura, adecuándolos al estilo Lovecraft. En un país en el que casi toda obra nueva de autor joven es calificada como genial, esta tira no ha tardado en ser considerada de culto. En fin, no es para tanto. Es un trabajo que encuentra su grandeza en su sencillez y en la honradez con la que ha sido escrita y dibujada, que no insulta la inteligencia del lector y le ofrece un agradable entretenimiento, con alguna sonrisa garantizada. No pido más. Es un acierto que se les haya rescatado del limbo virtual, publicándolos en papel. Ya lo esperábamos. Finalmente, mi felicitación para Max,
ganador absoluto en casi todas las categorías del Saló de
Barcelona, a lo que podemos añadir el premio a NSLM como mejor
revista. Mi problema, ya lo saben, es que no respeto mucho esos premios,
que normalmente señalan aquellos trabajos de los que huyo. Pero
toda regla tiene sus excepciones. Admiro el dibujo de Max y me alegran
cada uno de los premios que recibe, que sin duda merece.
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