Biblioteca Carl Barks. Volumen
I
Planeta DeAgostini. Barcelona, 2008
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La mejor noticia del año
Puede afirmarse sin temor a resultar exagerado
que la publicación de las obras completas de Barks
es la mejor noticia que los aficionados al comic podíamos recibir.
Se me ocurren pocos autores a su nivel y cuyo trabajo apenas haya sido
editado en España, pese a su reconocida habilidad. Como Roy
Crane, al que aún conocemos menos que a Barks. Al fin
y al cabo, con todos sus defectos, la colección Dumbo nos permitió
en su momento apreciar el talento del viejo creador de patos. Pero desde
entonces soñábamos con una edición a la altura de
su calidad. Finalmente ha llegado.
Primero, señalar las zonas mejorables. Hay varios episodios coloreados
a golpe de Photoshop que son directamente lamentables. Basta compararlos
con aquellos que presentan tonos más planos y moderados para percatarse
del error (y el horror) que supone dejar una labor, que necesita de alguien
con sensibilidad, en manos del chapuza informático de turno. Si
en los otros episodios no aparecen esos abusivos difuminados y esos colores
estridentes ¿porqué incluirlos en el resto? Todo ello denota
no sólo una evidente falta de gusto sino simplemente de sentido
común. En ocasiones también se empasta la línea de
contorno.
Aparte de esto, todo es un disfrute absoluto. Por supuesto, hablamos de
un primer tomo, así que el talento de Barks todavía tiene
que desarrollarse y mejorar mucho. Pero aquí ya saltan algunas
de las chispas de su genio y, además, es muy importante que no
dejen pasar esta primera entrega, no vaya a ser que la editorial se eche
atrás y perdamos esta oportunidad histórica.
Barks fue el rey de la comedia de aventuras. Tomó
parte de sus ingredientes de Foster, quitando el componente
épico para sustituirlo por pura comedia. Aunque sus obras venían
firmadas por Disney, para quien trabajaba, el público
pronto aprendió a identificar su estilo. En palabras de Gilbert
Shelton, que se reconoce como uno de sus seguidores: “Buscábamos
al dibujante bueno”.
Más que un gran ilustrador, que también
lo es, Barks sobresale por su narrativa, de ritmo trepidante y capaz de
encadenar una acción tras otra en un crescendo siempre incontenible.
Creador de muchos de los personajes que adornan la familia pato, empezando
por el tío Gilito y siguiendo por otros como Eugenio Tarconi o
Narciso Bello, hizo mucho más que trasladar la magia de los cortometrajes
a las viñetas. Generó un auténtico universo patuno,
un mundo amable y maravilloso en el que resulta gozoso perderse.
Algunas de sus aventuras son totalmente domésticas, como aquella
en la que Donald discute con su vecino, en una escalada de agresiones
en la mejor tradición del cine cómico mudo. Otras nos recuerdan
que Barks fue un fiel suscriptor del National Geographic, revista
que en no pocas ocasiones le sirvió de inspiración y le
ayudó con las localizaciones de sus historias. En este sentido
destaca la aventura egipcia de este primer volumen, o el episodio en que
se pierden en el oeste.
Pero lo mejor aún está por venir. En estos días en
que tantos universitarios de todo a cien se aprestan de nuevo a proclamar
el fin del capitalismo, nada mejor que recomendarles las aventuras del
tío Gilito, un avaro sin remedio, pero también un emprendedor,
alguien siempre dispuesto a enfrentarse a los mayores peligros si se trata
de conseguir algún beneficio. En Barks todo parece un chiste pero
su arte es cosa seria. Por muchas pegas que puedan ponerse a esta edición,
lo cierto es que estamos encantados con ella y dispuestos a disfrutar
con el trabajo de un gigante.
Florentino Flórez
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