Cuando ya pensabas que sobre Superman,
el héroe blanco por antonomasia, se había dicho todo y
se había dibujado todo. Cuando ya creías que era prácticamente
irrecuperable. Se había denostado tanto y puesto en tela de juicio
como mito, a la vez que deteriorado como consecuencia de los muchos
lustros de conservadurismo rancio y memez guionística (salvo
contadas excepciones), como para dudar de la calidad de cualquier trabajo
que reviviera de pronto el mundo de su niñez, con sus padres,
Lana y demás reiteradas ñoñerías. En eso,
vienen un par de autores y te cuestionan los prejuicios y te hacen comprender
que aun no está todo publicado, que cuando existe capacidad,
inspiración e inteligencia, se le puede dar la vuelta y mostrar
una nueva cara de ese mito que tiene más de sesenta años,
que está entrando en la zona de las rebajas, haciendo de sus
vivencias algo novedoso, válido, atrayente y entretenido. Eso
es lo que ha ocurrido con la obra Superman. Las cuatro estaciones
de Jeph Loeb y Tim Sale.
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SUPERMAN:
LAS CUATRO ESTACIONES
De nuevo el
viejo Superman
A lo largo de sus muchos años, la
leyenda ha variado de formas e incluso de nombres, pero básicamente
los hechos conocidos por todos son estos: en el estado de Kansas,
una pareja de granjeros, Jonathan y Martha Kent, encuentran un bebé
entre los restos de un extraño artefacto, presumiblemente caído
del cielo. Aunque son ya mayores, deciden hacerse cargo del niño
y criarlo como si fuese hijo suyo. Transcurrida la infancia y la pubertad
en las apacibles llanuras del Medio Oeste, con el fin de la adolescencia
llega el momento de trasladarse a la ciudad para estudiar una carrera
y labrarse un futuro.
Pero el joven Kent no es un chico normal, puede levantar un tractor
con las manos, ver a través de las paredes, correr más
rápido que un tren, ¡puede volar!. Con estas posibilidades
a su alcance, decide consagrarse a hacer el bien a los demás,
convertirse en un héroe. El problema es que ni siquiera un
superhéroe puede ayudar a todo el mundo, todo el tiempo. Ante
esta situación de impotencia, el chico pueblerino regresa al
hogar paterno, el único lugar donde todos los problemas parecen
tener solución.
El 50%
En primer lugar se ha optado por asentar
la miniserie sobre dos pilares: Ingenuidad y sencillez. Jeph
Loeb ha conseguido un guión tierno, amoroso y atrayente.
Ha creado en torno a Superman unos parámetros ambientales
muy peculiares donde se desarrollan sus actividades. Un mundo de convivencia,
al que la mayor parte de los que vivimos en las grandes urbes y somos
conscientes del precio que hemos de pagar por disfrutar de sus comodidades,
deseamos y añoramos y que ha dado lugar al crecimiento casi
incontrolable de las "urbanizaciones-paraíso", que
no han hecho otra cosa -en la mayoría de los casos- que crear
nuevas dependencias.
Muy inteligentemente, Loeb ha creado ese deseado
e imaginario Paraíso para Superman. Con la notable
diferencia que él no tiene que soportar los innumerables inconvenientes,
que van desde atascos a un parque automovilístico, pasando
por la pérdida de comodidades.
Ha recurrido a los orígenes de Superman, a Superboy, pero no
con la ñoñez que las historias de este tipo nos tienen
acostumbrados, sino con otras ingenuas pero adultas y para adultos.
Ha sabido combinar de forma acertada la nostalgia con la realidad
de una niñez pasada, que no perdida. Ha sabido recuperar de
forma magistral a sus padres adoptivos, amigos y muy especialmente
la candidez de la juventud, cuando la ambición aún no
ha hecho presencia en sus vidas. Historias románticas en la
que recupera un papel muy importante Lana Lang, realizadas con ternura,
amor, sencillez y amenidad.
El relato de los acontecimientos
está narrado por una persona distinta en cada volumen: Jonathan
Kent, Lois Lane, Lex Luthor y Lana Lang. Cada uno enfoca al personaje
desde su propia perspectiva: como padre, admiradora, enemigo y enamorada
respectivamente. Para Jonathan Kent, Clark es su hijo, el chico que
si bien no vio nacer, creció con él desde sus primeros
días de vida. Es Superman, pero sobre todo y ante todo es su
hijo. Para Lois Lane, Superman es la materialización del príncipe
azul, del sueño de un hombre perfecto, una utopía hecha
realidad. En cambio, para Luthor es el enemigo, su némesis, el
mayor obstáculo en su proyecto para apoderarse de Metrópolis.
Con Lana Lang, el Super vuelve a ser Clark Kent, aunque ella comienza
su episodio enamorada del hombre y termina admirando al héroe.
Cuatro puntos de vista que complementan el puzzle de la personalidad
de un mito...
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