Los Increíbles

Muchos han sido los avatares de la editorial Marvel a lo largo de su historia. Primero las intuiciones geniales de sus fundadores, Lee, Kirby o Ditko, con sus torpezas narrativas y carencias.
Luego las correcciones de aquellos que hicieron madurar a los personajes en los setenta, los Thomas, Conway, Moench, Romita, Buscema y Gulacy, que incorporaron un tratamiento más actualizado de las mujeres, conflictos raciales y otros problemas sociales.

La madurez de los ochenta, años en los que el enfoque realista del universo superheroico puso a la compañía al borde de visiones más oscuras, paso que sería dado sin complejos por la competencia. Pero Marvel se mantuvo al principio, en la obra de Simonson, Byrne, Starlin, Claremont o el primer Miller, en un clasicismo pletórico, en lo que todavía hoy constituye una de las mejores etapas de la editorial.

Los noventa son más bien un tiempo a olvidar, hasta la llegada de los renovadores. Dos nombres destacan especialmente: Bendis y Straczynski. Dos guionistas que con sus historias nos devuelven el placer de leer tebeos.

Straczynski, en la serie Spiderman, mantiene una calidad media más que aceptable, muy bien arropado por el lápiz del cada día más sólido Romita Jr. Y, cada cierto tiempo, nos ofrece relatos realmente sorprendentes, como el del sastre que podemos leer en el número 23 de la edición española. Un cuento imaginativo y sencillo, con unos diálogos estupendos y un espléndido balance entre los aspectos humanos y superheroicos del personaje.

En cuanto a Bendis, ya he señalado en anteriores artículos algunas de sus virtudes, que se mantienen, aunque está consiguiendo aburrirnos con su Daredevil. Pero lo compensa con creces en su nueva serie, la renovada Patrulla X. Un trabajo fantástico que no deben perderse. Lleva pocos números pero ya ha conseguido que veamos como nuevos a personajes a los que conocemos desde siempre.
Florentino Flórez