Tim sale. Black and white
Aleta Ediciones. Valencia, 2005.

Viñetas
La semana pasada se entregaban en Sa Nostra los premios de Art Jove en la categoría de comics. Un año más, Guillem March, colaborador de este periódico, ha vuelto a ganar. También obtuvieron premio unas inteligentes tiras sobre un joven Lovecraft y Tomeu Morey, con su poético dibujo. Quiero señalar la presencia de algunos interesantes finalistas, como Selui, que mejora año a año, Sanna, con un dibujo cada vez más profesional, o María Piña, una brillante creadora que se echará a perder si ninguna editorial es capaz de apreciar la fuerza de su trabajo. Una estupenda cantera con un futuro incierto, dadas las pocas posibilidades de desarrollo profesional que rodean a los dibujantes de las islas.
Respecto al ganador, subrayar su calidad en todos los terrenos: guión, color, narrativa y dibujo. March demuestra un dominio del medio que lo coloca muy por encima de autores más conocidos. En mi opinión, es uno de los grandes de este país. Y si no, al tiempo.

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Sobre Sale

En un mercado no muy proclive a la publicación de textos monográficos sobre dibujantes, se han multiplicado estos meses los volúmenes dedicados a creadores diversos, de la traducción de las conversaciones de Eisner con otros colegas famosos, absolutamente recomendable, a los especiales que periódicamente saca Dolmen y cuya última pieza se refiere al brillante Arthur Adams. Y, por supuesto, el libro sobre la obra del americano Tim Sale, presentado por la Editorial Aleta.

Es una edición curiosa. Muy interesante, ya que recopila material diverso y poco conocido de un autor que ha sido profusamente editado en nuestro país, así que ya hemos disfrutado de muchas muestras de la calidad de su trabajo. Además, las imágenes acompañan una larga entrevista en la que Tim explica muchas claves de su labor y trayectoria profesional. Todo lo que cuenta sobre el negocio tiene miga y sus reflexiones sobre el arte del cómic son inteligentes y esclarecedoras.

En pocas palabras, Sale pertenece a esa corriente de ilustradores interesados en el contraste dramático de blanco y negro, autores que suprimen los tonos medios para quedarse con grandes manchas y evocadores blancos. Corriente en la que podemos incluir al Miller de Sin City o a su más claro antecedente, como es Steranko, y que ya cuenta con una larga tradición en ilustración. Pero Steranko aporta además una segunda influencia a Sale, como es el empleo de las splash-pages del que hacía gala en su adaptación de Atmósfera Cero. Allí casi todas las páginas o dobles páginas estaban dominadas por una única y espectacular viñeta. De la misma forma en que Gulacy tomó muchos de los experimentos de Steranko y los usó en el contexto de una narrativa coherente, Sale se apropia de este sistema y consigue convertirlo en algo interesante, hacer que funcione, como demostró con creces en su maravilloso Superman, las cuatro estaciones. Mientras que, como el mismo Sale comenta en la entrevista, los guiones de Steranko nunca fueron especialmente atractivos.

En fin, un libro muy recomendable... con una enorme pega. Normalmente, cuando leo en las críticas literarias comentarios respecto a errores de traducción, siempre pienso que alguien está presumiendo de idiomas. Y me pregunto cómo una mala traducción puede notarse tanto, hasta el punto de arruinar un buen texto. O mejor, me lo preguntaba, ya que este volumen es la prueba palpable de esa situación. Incluso para alguien no especialmente atento a las sutilezas del idioma como yo, resulta evidente que la traducción debería haberse cuidado más. Y que ciertas expresiones, cargadas de sentido en inglés, son horrorosas en español. Como cuando leemos "gracias a su gracia", o "siempre estaba intentando de empujar la emoción", entre otras muchas frases aberrantes, traducciones directas que necesitaban una mayor vigilancia editorial. Sumen a ello numerosas erratas tipográficas, textos mal compuestos y otras perlas y se harán una idea del desastre con el que se van a encontrar. Así se crea afición en este país. Una pena.
Florentino Flórez

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