Pere Joan.
Blau i cendra.
1992-2006
Sa Nostra.
Abril- Mayo 2006
Ana Juan.
Cor i foscor.
Casal Solleric.
Abril-Junio 2006
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Pere y su prima Ana
No es habitual que la obra de los dibujantes de historietas llegue a
las salas de exposiciones y menos aún que coincidan dos, casi en
las mismas fechas. Así que debemos felicitarnos por esta rara fortuna
que nos permite disfrutar con dos creadores tan sobresalientes como raros.
Uno es mallorquín, Pere, y la otra valenciana, Ana. Aunque los
apellidos coinciden no es cierto que sean primos. Pero quizás la
comparación entre ambos ayude a entender algunas cosas.
Las damas primero. En la exposición, se ha dividido su obra en
dos zonas bien diferenciadas. En la parte superior se sigue un orden cronológico,
empezando por sus contribuciones a la gráfica de la movida, con
carteles, historietas y portadas. Luego una sala de transición,
su etapa marrón, con imágenes de sus libros La luna
ayuda y Ciencias naturales. Después algunas de sus
contribuciones a la prensa, con ilustraciones tan variadas como bonitas.
Otro espacio con parte de sus serigrafías y otros ejemplos de autoencargo.
Sus cuentos infantiles y juveniles ocupan otra sala y las últimas
se dedican a algunos trabajos esporádicos de moda, portadas, carteles
y una muestra de sus esculturas.
La sala de acceso, en la planta baja, recoge su obra más espectacular,
desde cuadros de gran formato, sus colaboraciones para el New Yorker,
parte de sus góticos dibujos para Snowhite o su libro
Amantes, fruto de una beca de la editorial japonesa Kodansha.
Completan el recorrido algunas de sus publicaciones y una pequeña
parte de sus cuadernos de bocetos.
Lo primero que sorprende de Ana es su éxito. Nunca ha tenido problemas
de trabajo desde sus inicios en el Madriz. Recibe encargos desde
Japón, Alemania o New York y pocos son los palos de la ilustración
que no haya tocado: prensa, publicidad, moda, infantil... Pero esa variedad
apenas ha restado coherencia a su estilo, que ha evolucionado con seguridad
y firmeza, tornándose más universal y rotundo con los años;
algo que algunos han confundido con un ablandamiento que traicionaba el
vanguardismo de sus inicios. Creo que es justo al revés y que haríamos
bien olvidando sus punkis primeros pasos y felicitándonos por sus
constantes mejoras. Mejoras que explican la aprobación mayoritaria
que rodea su labor y que pudimos comprobar en la inauguración.
En cuanto a Pere, hay elementos en su exposición que consiguen
sorprendernos. Especialmente ese enorme panel cargado de dibujos a lápiz
que encontramos en la planta baja. O el juego múltiple, primorosamente
iluminado, de la zona superior. Su trayectoria profesional ha sido muy
distinta a la de Ana. Ambos se inician en la historieta y en los ochenta
son símbolos de renovación y vanguardia. Pero pronto la
valenciana abandona el medio mientras que Pere se ha mantenido pegado
a los tebeos, con una obstinada fidelidad que, supongo, apenas le ha reportado
beneficio material alguno.
Según él mismo declaraba con su habitual lucidez en la presentación
de su muestra, quizás su trabajo no sea el del mejor dibujante,
pero sí es personal. Algo que no seré yo quien niegue. De
hecho, Pere consigue algo que no está al alcance de cualquiera,
como es escapar a las categorizaciones. Cada vez que creo entender por
dónde va, o cuales son sus claves, algo en su dibujo o en sus historias
lo niega o contradice. Si Ana Juan transporta sus rarezas hasta un territorio
común, un lugar que muchos pueden compartir y hasta apreciar, Pere
se mantiene obstinadamente en su sitio. Hay cierto fatalismo que hace
que su obra dé vueltas alrededor de ciertas formas y temas, de
manera cada vez más introspectiva en los contenidos y más
orgánica y selvática en la superficie.Para mi Pere es algo
así como el heredero no oficial del espíritu de Benejam,
casi como uno de sus personajes. Uno de aquellos tipos rechonchos que,
con todo el buen humor del mundo y la característica tranquilidad
isleña, podían meterse en los mayores follones y provocar
insospechados conflictos. Dualidad que encontramos en la desafortunada
foto con la que se representa en el catálogo. Los que lo conocemos
todavía no nos lo creemos. Casi parece un degenerado miembro de
la bohemia gala, él, que es un auténtico mallorquinarro
de Banyalbufar, todo seny y bonhomía. Lo achacaremos a su gusto
por el disfraz.
Florentino Flórez
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