La mala gente
Étienne Davodeau
Ponent Mon. Rasquera, 2006

 

 

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Cosas de curas

Resulta difícil situarse entre los numerosos productos de nuestros vecinos del norte. Cada cierto tiempo los editores nos sorprenden con alguna nueva promesa, premiada en esos festivales europeos que hemos aprendido a evitar. Sin embargo, el tebeo que nos ocupa esta semana presenta ciertas diferencias.

Primero, aunque tiene ese narcisismo poco disimulado, característico de los tebeos de autor de última generación, al menos sus componentes autobiográficos no tapan del todo un relato con muchos elementos históricos de interés. Y segundo, el dibujo es limitado y poco convencional, pero no cabe duda de que funciona, vehiculando los hechos con naturalidad. Es mucho más de lo que ciertos genios nos ofrecen últimamente.

Davodeau nos cuenta la historia de su pueblo, su familia, su gente. Trabajadores rurales que, en las últimas décadas del siglo XX, lucharon por mejorar sus condiciones de vida. En su verdad testimonial encuentra el tebeo su fuerza y también su debilidad. En ciertos pasajes, la acumulación de escritos y pruebas documentales se carga el ritmo de la narración. Parte de los diálogos del autor con los testigos y protagonistas acaban resultando también algo pesados. El volumen no carece de arrebatos mitológicos y, tras esa visión completamente celestial de los sindicatos, resulta pelín deprimente que el triunfo de Mitterand en las elecciones del 81 se pinte como la gran victoria de la clase obrera. Ese plano final a lo Gran Hermano con el que se cierra el volumen tiene un no sé qué de catástrofe anunciada.

Pero a pesar de ciertas torpezas en el desarrollo de los acontecimientos, el valor documental del tebeo es innegable y nos aporta claves que yo al menos desconocía. Como la importancia de la iglesia en la construcción de una cierta conciencia de clase entre los obreros franceses. Más allá de los lugares comunes, los hechos se filtran con tozudez. Es así como asistimos a la lucha de un montón de personajes anónimos, se nos muestran los debates internos de la iglesia y la relación de algunos clérigos con los afanes y anhelos de los trabajadores.

Un tebeo, en fin, con el que se aprenden cosas, no redondo pero sí interesante. Ya es mucho.
Florentino Flórez

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