La venganza del conde Skarbek
Sente y Rosinski
Norma Editorial. Barcelona, 2006

 

 

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El sabor de los clásicos

En su segundo tomo concluye la apasionante historia del conde Skarbek, aristócrata, pintor, suicida, romántico, pirata y vengativo espadachín, entre otras muchas cosas. De contarnos sus hazañas se han ocupado dos de los autores europeos con más talento. A uno ya lo conocíamos de sus colaboraciones con Van Hamme. Rosinski, que nos fascinó con su expresivo y rotundo dibujo en la serie Thorgal, da un paso más en la evolución de su arte y, en tiempos de áridas estepas digitales, nos sorprende con un salvaje color directo que no se deja atrapar por línea alguna, saturado de texturas y sin límites en cuanto a sus gamas, que van de lo puramente atmosférico a la saturación más violenta.

Si en el primer tomo el acabado pictórico se relacionaba con el protagonista de la historia, un pintor romántico cargado de problemas y pasiones, en esta segunda entrega las sensaciones se desbordan en un sorprendente episodio de piratas, tan crueles e inesperados como los imaginamos a través de las ensoñaciones de ilustradores clásicos como Wyeth o Pyle.

Pero si el arte de Rosinski es garantía de calidad, ya puede empezar a decirse lo mismo de su compañero de fatigas, el guionista belga Sente, alguien con mucha menos experiencia que el artista polaco, pero cuyas escasas entregas, en la serie de Blake y Mortimer, certifican un indudable talento. De nuevo debemos recordar que, aunque Francia suele quedarse con la fama, muchos productos europeos que atribuimos a nuestros vecinos vienen firmados por creadores belgas, dentro de una larga tradición que parece continuar con fortuna.

Sente nos ofrece en este caso un auténtico folletín, con juicio incluido, en el que los diferentes testigos desgranan fragmentos de una historia cuya veracidad no comprobaremos hasta el final. Un retorcido juego de muñecas rusas en el que no podemos fiarnos de nadie y en el que las pasiones y las mentiras se desatan. Desde luego, tanto los personajes como los narradores hablan mucho y el álbum no esconde sus muchas deudas literarias. Pero el resultado es afortunado y embriagador. Yo ya espero la siguiente colaboración entre estos dos brillantes creadores.
Florentino Flórez

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