Historietes. El Còmic a les Illes Balears
Exposición en el
Espai Ramón Llulll.

 

 

 

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Libro de familia

El pasado martes se inauguraba en Palma una muestra itinerante que recorrerá las islas y se paseará el año que viene por los salones del cómic de Gijón y Barcelona. Reúne a todos los autores que en las Baleares se han dedicado a dibujar historietas, empezando por los pioneros y concluyendo con los creadores más jóvenes y de menor trayectoria. También se han contemplado aquellos que adoptaron de forma ocasional este medio de expresión, pero se dejan fuera los que principalmente se dedican al humor gráfico.

Arranca con Marino Benejam, sin duda la figura más importante en toda la historia del comic balear y uno de los autores más influyentes de la escena ya no solo española sino mundial. Le sigue Nené Estivill, gallego de origen pero cataliner de adopción desde hace ya muchos años, conocido sobre todo por sus personajes Fifí y Agamenón. A continuación Joan Escandell, un ibicenco que, debido a sus colaboraciones con Bruguera y diferentes agencias europeas, no conserva ninguno de sus originales. Está representado con reproducciones de series como Joyas Literarias Juveniles y algunas muestras de sus trabajos en el exterior. Encontramos después a otro mallorquín de adopción, Luis Bermejo, que sobresale por su trazo vigoroso y la fuerza de su mancha. Famoso por sus series Apache o Aventuras del FBI, en la exposición encontramos una de sus planchas para El señor de los anillos.

Se pasa después a la gran eclosión de los ochenta, donde se sitúan los autores más conocidos: el siempre elusivo e irónico Pere Joan, el sólido Max, el divertido Vaquer y el poeta de lo cotidiano Seguí. A Max, catalán con muchos años de residencia en las islas, se le une otro emigrante que hace ya tiempo forma parte de nuestro paisaje, el argentino Tatum, que allá por los ochenta aportó su adecuada ración de desparpajo y libertad a través de varias publicaciones locales primero y nacionales después. Es éste un grupo heterogéneo, donde saltamos del humor más clásico de Vaquer, célebre por su personaje Johnny Roqueta, al aire casi francés de Seguí, con sus ligeras elucubraciones sobre urbanitas con problemas existenciales. Incluso entre la pareja más influyente del comic balear, Max y Pere Joan, aunque compañeros de hecho en más de una batalla, se aprecian diferencias enormes, comenzando por los temas, más espirituales y universales en uno y filosóficos y particulares en el otro, acompañados por un dibujo racional y preciso en el primero y deslizante y amorfo en el segundo. Ambos han aportado mucha calidad al mundo de los tebeos, también inteligencia y no poco sentido común.

Se nota en sus frutos, la generación que los sigue, un grupo disperso que practica los estilos y temáticas más variadas, pero obsesionados todos ellos por el buen hacer y ansiosos por superar un listón que sus maestros han colocado muy alto.

Antes de llegar a esos jóvenes valores podemos citar a algunos creadores menos conocidos, a pesar de que dedicaron una buena dosis de esfuerzos al medio. Algunos lo abandonaron para forjarse un nombre en los dibujos animados, como Marcos Mateu, MaColl o Dani Martin. Otros formaron colectivos con los que animar el ambiente comiquero, como Diego Ibáñez, Yeti y Zaca en Menorca, o Juan Moreno en Formentera o Ramis y Matamalas en Manacor. Quiero destacar especialmente la labor de Jaume Ramis, recientemente fallecido. No sólo sus tebeos paródico-reivindicativos, sobre guiones de Carlos Garrido, mantienen su frescura y actualidad casi treinta años después, comiendo polvo mientras esperan que alguien los reedite. Es que además algunas de sus planchas para la revista Llunari presentan una fuerza gráfica realmente memorable. Un autor a reivindicar, sin duda.

Llegamos así a los nuevos valores, empezando por los siete magníficos. Primero, el triángulo geométrico, Gabi Beltrán, Linhart y Fito, que son los que más han explorado los límites del dibujo, sus posibilidades plásticas y narrativas, llevándolo al límite y avanzando un poco más allá. A su lado nos encontramos con Tomeu Morey, que parte de parecidos planteamientos estéticos, pero que llega a otras conclusiones formales y temáticas. Pau marca el eje que separa la realidad de la fantasía desbordada, con un estilo cercano a la tradición franco-belga y un universo ruralmente balear y primitivamente universal. El capítulo de dibujantes realistas está formado por Guillermo March, que aporta la influencia manga a su estilo y contenidos, y Paco Díaz que, con su habilidad para el dibujo, salta de un género a otro con facilidad. Actualmente se codea con la élite mundial en el terreno superheróico.

A este sólido grupo podemos añadir unos cuantos nombre más, nuevamente con algunos residentes adoptados, como Canizales y hasta adoptadas no residentes, como Sonia Pulido. De nuevo el panorama es variado en cuanto a estilos, géneros e intenciones y resulta difícil predecir cuales serán las tendencias dominantes en esas futuras historietas baleares. Tan sólo una cosa está clara: serán de cualquier manera, ya que todas las tendencias están representadas. Balaguer, Sanna o Miquel Jaume aportan un realismo distorsionado, Bonobo, Carmona y Torres un humor clásico renovado, mientras que Piña, Canizales y Pulido indagan nuevos caminos.

Todo es posible, el futuro aparece muy abierto y lleno de aspirantes que desean incorporarse a una vida profesional difícil y cargada de incertidumbres. Pero los soñadores son difíciles de desanimar. Y este medio de expresión está lleno de ellos. Ustedes juzgarán la calidad de los trabajos expuestos. Desde luego, el comic balear tiene poco de lo que avergonzarse. Sus creadores han estado en primera línea siempre. En el Tebeo, en El Víbora, El Cairo, o NSLM. Siempre a la vanguardia de la industria, ofreciendo lo mejor del medio y abriendo nuevos caminos. Es esta una buena ocasión para reconocer la labor de un puñado de excelentes creadores, que apenas tienen ocasión para recibir un comentario sobre una labor eminentemente solitaria y cuyo impacto difícilmente pueden calibrar.

Son, además, una gran familia, como Vaquer reconocía en la presentación del catálogo que acompaña la muestra. Nuestro libro de familia, decía. Así lo esperamos quienes hemos colaborado en su realización. Desde aquí sólo puedo agradecer de nuevo la aportación de las diferentes entidades que han hecho posible esta exposición y la desinteresada colaboración de todos los dibujantes. Especialmente de uno, Pere Joan, que nos ha cedido la imagen para el cartel y el catálogo, asumiendo que a partir de ahora le van a odiar cuarenta tíos más, según comentaba con su habitual sorna, refiriéndose al resto de autores participantes. Él y Max son los auténticos padres de esta gran familia, acompañados por los padrinos Seguí y Vaquer. Entre todos han conseguido que una corriente general de buen rollo recorra el ambiente comiquero de las islas, favoreciendo el diálogo entre autores, instituciones y otros medios de expresión. Un gran legado del que pueden sentirse orgullosos.

Florentino Flórez

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