La perdida
Jessica Abel
Astiberri Ediciones. Bilbao, 2006

 

© 2003 El Wendigo. Todos los derechos reservados
El © de las viñetas pertenece a sus respectivos autores y/o editoriales.

Perdida y encontrada

Este tebeo nos demuestra que el género de la novela gráfica mantiene su momento dulce. Hace semanas citaba otra interesante propuesta, Stuck Rubber Baby, un tocho en blanco y negro que nos habla de la difícil integración racial y sexual. Sin duda ese va camino de convertirse en el gran tema del comienzo de siglo para muchos creadores americanos: la búsqueda de una identidad perdida, sin deudas con el pasado, protagonizada por héroes dispuestos a limpiar los pecados cometidos por sus padres. Pecados que, según parece, fueron en muchos casos abominables.

Así que ahí tenemos a esa protagonista, una guiri norteamericana, discutiendo con una pandilla de pinches mexicanos, siempre dispuestos a darle lecciones políticas y a cepillársela si se deja. El tebeo iba medio escrito en español en el original y es una curiosa muestra de respeto intercultural. El dibujo es expresivo y agradable, aunque su narrativa puede pecar de cierta morosidad y falta de variedad.

Lo cierto es que es un ejemplo perfecto de cómo se puede estar completamente de acuerdo con el contenido de una obra y, sin embargo, padecer con su desarrollo, con su puesta en escena. Creo que Abel acierta en el enfoque conceptual, pero se equivoca en el tono. Pronto descubrimos que los enrolladísimos mariachis son en realidad unos jetas a los que les gusta vivir de las turistas. Unos tipejos que emplean la jerga política para ocultar sus verdaderos intereses, que son básicamente vivir del cuento, del narcotráfico y del sentimiento de culpa de los progres del norte. Y que la yanki tiene más sensibilidad y compasión que todas las huestes zapatistas juntas, comandante Marcos incluido.

El problema es que cuando la autora quiere abandonar el ambiente de novela costumbrista que predomina en la primera parte y convertir su historia en un thriller, no lo consigue. Le falta garra dramática y el relato se hunde lentamente, perdiendo su interés. Pero el intento es bueno y respetable.
Florentino Flórez

Artículo Anterior


Índice

Artículo Siguiente