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los
mundos de Wally
En la noche de Halloween de 1981 Wally Wood se pegaba un tiro con su magnun 44. La policía lo encontró días más tarde en su apartamento del valle de San Fernando (California), donde dibujaba comics pornográficos mientras esperaba una llamada de Hollywood. Concluía así una vida atormentada, marcada por el alcoholismo y los cambios de humor. La biografía escrita por Starger
y Spurlock viene a sumarse al progresivo interés
por un autor cuya grandeza parece aumentar según pasan los años.
Para sus seguidores, que son legión, Wood se caracteriza
por su imaginación y detallismo exquisitos, por un entintado capaz
de apropiarse y mejorar el trabajo de cualquiera, por ser el creador de
mundos y seres fantásticos, imitados después hasta la saciedad,
por sus voluptuosas y al tiempo ingenuas mujeres, por ser el padre de
los monstruos de Mars Attack y tantas otras cosas. Si en lo artístico
era un tipo disciplinado y encantador, en lo privado fue un auténtico
desastre, con tres divorcios a sus espaldas, adicciones varias entre las
que podríamos contar su relación enfermiza con el trabajo.
Podía permanecer días atado a su mesa de dibujo, manteniéndose
despierto a base de café, té y anfetas, ajeno a cuanto ocurría
a su alrededor. Años después, cuando colabora
con las grandes editoriales Marvel y DC, va a firmar algunos episodios
que nos demuestran cómo la práctica se nota incluso en los
mejores. Cuento sus contribuciones para Warren como lo
mejor de su obra, con historietas, como su peculiar versión de
Marco Antonio y Cleopatra, directamente geniales. Todo esto lo
conocemos y muchos recordamos claramente su estilo inimitable en su versión
de Daredevil, superhéroe al que tuvo ocasión de
rediseñar el uniforme, que se ha mantenido hasta la actualidad. Florentino Flórez
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