El santuario de Gondwana Yves Sente y André Juillard Norma Editorial. Barcelona, 2008.
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Nuevas impresiones de África Yves Sente se mantiene como la gran esperanza blanca del comic europeo. Los grandes maestros como Van Hamme, Berardi o Jodorowsky están al borde de la jubilación y no ha aparecido nadie capaz de sustituirlos. Excepto Sente. No sólo porque prolonga la tradición de narrativa clásica, con historias bien contadas en escenarios cuidados y reconocibles. Es que además todos los intentos de renovación, desde la onda siniestra de Dufaux y compañía hasta el despreocupado narrar de Trondheim y sus colegas, han demostrado ser fuegos de paja. Mucho ruido y pocas nueces. Sente es todo lo contrario. Una carcasa aparentemente humilde y tradicional oculta a un creador profundo, un espléndido narrador con una visión del mundo perfectamente articulada. En este caso vuelve a colaborar con Juillard, un dibujante casi perfecto pero muy frío, que resulta un cómplice adecuado en la aventura que emprenden. Sus fondos, color y acabados son, como es habitual, impecables. Consigue mimetizar el estilo de Jacobs, cuyos personajes emplean, sorteando las torpezas con el lenguaje que caracterizan la obra del padre de Blake y Mortimer. No alcanzan las alturas de su primera entrega, La maquinación Voronov, pero sí que firman un álbum realmente interesante. De hecho el trabajo es tan bueno que casi me siento tentado de releer el trabajo de Jacobs para poder permanecer un poco más en el mundo imaginado por Sente y Juillard. Casi. El escenario es en esta ocasión el célebre lago del Ngorongoro, en Tanganika. Allí sitúa el guionista los vestigios de una anciana civilización con la que van a encontrarse nuestros héroes. Como es habitual, se aprovecha la historia para revisar algunos evocadores paisajes ingleses, como en esa excelente escena en la que Mortimer se reencuentra con un antiguo amor. También es destacable el salvaje paseo por la sabana, antes de abordar los escenarios más fantásticos que cierran la aventura. Aunque aparentemente las viñetas desbordan texto como en el original de Jacobs, apenas hay elementos superfluos y no conviene asustarse ante tal volumen de letras. Merece la pena tomárselo con un poco de calma y apreciar cómo Sente aporta profundidad a unos personajes muy familiares, sin perder por ello emoción ni descuidar los aspectos más aventureros de su relato. Aunque no se puede negar que es uno de los asuntos que esta pareja debería cuidar más en un futuro, ya que en ocasiones el peso de lo escrito hace que la parte visual pierda importancia. Otro aspecto poco conseguido es la sorpresa final con todo el asunto de los dobles. Su arranque resulta confuso y tiende a ensuciar una historia que hasta ahí se seguía con gran interés y claridad. Pero son detalles menores en un conjunto esencialmente sólido y cuya lectura es muy recomendable. Atención a los detalles revisionistas.
Como el alegato de la colaboradora rusa, que anuncia un mayor protagonismo
de la mujer en la serie. O los toques de realidad, como el empleo de personajes
históricos como los Leaky. Detalles que no son
cruciales, pero que ayudan a tornar más creíble esta bonita
aventura. Seguimos atentos a Sente. Florentino Flórez
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