Crónicas Birmanas
Guy Delisle
Astiberri Ediciones. Bilbao, 2008.

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El © de las viñetas pertenece a sus respectivos autores y/o editoriales.

La gran rueda

Este es ya el tercer viaje de Guy Delisle, tras sus crónicas desde Corea del Norte y China, en Pyongyang y Shenzhen, respectivamente. Ahora aterriza en Birmania y de nuevo consigue ofrecernos un libro entretenido e informativo a partes iguales. Si algo define a este autor es su sencillez. Nunca intenta dar la sensación de que nos muestra toda la verdad de los países que visita. Tan sólo lo que él, desde su modesto punto de vista, ha conseguido captar. Y es precisamente esa falta de pretensiones uno de los aspectos que otorgan más valor a su trabajo.

Delisle acumula anécdotas muy cotidianas, cargadas de todos aquellos elementos que sorprenden a un europeo que se desplaza al otro lado del mundo. Como además ha desarrollado una curiosa capacidad para saltar de una dictadura a otra, nos permite asomarnos a regímenes muy cerrados, de los que apenas tenemos noticias.

De todas formas, el álbum birmano presenta ciertas diferencias respecto a las anteriores entregas. Siendo una dictadura de cuidado, no es un sistema totalitario como China o Corea del Norte y parece que el autor encuentra más huecos en esa sociedad, más oportunidades para comunicarse con la gente. En ese sentido Pyongyang era especialmente opresivo, con el gran hermano constantemente presente en todas las acciones de sus súbditos.
Otra acusada diferencia queda ya señalada desde la portada, donde el autor se nos presenta empujando a su niño en un carrito. Si los viajes a Corea y China se debían a su trabajo como supervisor de películas de animación, se instala en Birmania a causa de su mujer, que trabaja para médicos sin fronteras. Así que él se dedica a pasear y cuidar de su bebé. Esto aporta un aire más familiar al volumen, que se llena de reflexiones sobre guarderías y la constante atención al niño. También notamos cómo, al estar más desocupado, puede vagabundear con más despreocupación y contactar algo más con los nativos.

Estas crónicas están llenas de detalles curiosos y sorprendentes: la vida de los monjes budistas, las tribulaciones de Aung San Suu Kyi, la flamante premio Nobel a la que no dejan salir de su casa, que se convierte en una anécdota recurrente en el libro, las fiestas populares o la presencia constante del calor y la humedad en la vida birmana. Como siempre, algunos pasajes son mejores que otros. Por ejemplo, Delisle se dedica a rellenar páginas con pequeñas viñetas donde introduce vistas típicas del país. En un álbum donde prima lo narrativo, donde lo que nos engancha son esos pequeños relatos, tan humanos como universales, los desvaríos turísticos, de cuya autenticidad no dudo, interrumpen el pausado ritmo general.
Básicamente el autor permanece en la línea establecida en sus trabajos anteriores. Cuenta cosas exóticas que interesan, es un buen observador y apenas mediatiza sus visiones con comentarios ideológicos o notas al margen. Los hechos nos llegan en toda su crudeza y sencillez.

Consigue así un tono cercano y agradable. Creo que es exactamente lo que pretende: un tebeo entretenido, instructivo, de tono ameno y ligero. No es una historieta trascendental ni nada parecido, pero sí algo realizado con mucho gusto y que se lee con agrado, perfectamente recomendable.

Florentino Flórez

 

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