Crónicas Birmanas © 2003 El Wendigo. Todos los derechos reservados
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La gran rueda Este es ya el tercer viaje de Guy Delisle, tras sus crónicas desde Corea del Norte y China, en Pyongyang y Shenzhen, respectivamente. Ahora aterriza en Birmania y de nuevo consigue ofrecernos un libro entretenido e informativo a partes iguales. Si algo define a este autor es su sencillez. Nunca intenta dar la sensación de que nos muestra toda la verdad de los países que visita. Tan sólo lo que él, desde su modesto punto de vista, ha conseguido captar. Y es precisamente esa falta de pretensiones uno de los aspectos que otorgan más valor a su trabajo. Delisle acumula anécdotas muy cotidianas, cargadas de todos aquellos elementos que sorprenden a un europeo que se desplaza al otro lado del mundo. Como además ha desarrollado una curiosa capacidad para saltar de una dictadura a otra, nos permite asomarnos a regímenes muy cerrados, de los que apenas tenemos noticias. De todas formas, el álbum birmano
presenta ciertas diferencias respecto a las anteriores entregas. Siendo
una dictadura de cuidado, no es un sistema totalitario como China o Corea
del Norte y parece que el autor encuentra más huecos en esa sociedad,
más oportunidades para comunicarse con la gente. En ese sentido
Pyongyang era especialmente opresivo, con el gran hermano constantemente
presente en todas las acciones de sus súbditos. Estas crónicas están llenas
de detalles curiosos y sorprendentes: la vida de los monjes budistas,
las tribulaciones de Aung San Suu Kyi, la flamante premio Nobel a la que
no dejan salir de su casa, que se convierte en una anécdota recurrente
en el libro, las fiestas populares o la presencia constante del calor
y la humedad en la vida birmana. Como siempre, algunos pasajes son mejores
que otros. Por ejemplo, Delisle se dedica a rellenar
páginas con pequeñas viñetas donde introduce vistas
típicas del país. En un álbum donde prima lo narrativo,
donde lo que nos engancha son esos pequeños relatos, tan humanos
como universales, los desvaríos turísticos, de cuya autenticidad
no dudo, interrumpen el pausado ritmo general. Consigue así un tono cercano y agradable.
Creo que es exactamente lo que pretende: un tebeo entretenido, instructivo,
de tono ameno y ligero. No es una historieta trascendental ni nada parecido,
pero sí algo realizado con mucho gusto y que se lee con agrado,
perfectamente recomendable. Florentino Flórez
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