Punisher.
Hombre de piedra
Garth Ennis y Leandro Fernández
Panini Comics. Barcelona, 2008
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turismo en afganistán
Desde que abandonara Predicador,
la serie que confirmó a Ennis como uno de los
guionistas más brillantes e irreverentes de la actualidad, lleva
ya varios años jugando con diversos personajes Marvel. Aquel que
mejor encaja con su universo y al que ha dedicado más esfuerzos
es el Castigador. Primero contó con la ayuda de su colega
Dillon pero hace ya tiempo que son otros dibujantes emergentes
los que colaboran con él. En ocasiones, alcanzando niveles de expresividad
y comunicación tan altos como los de Goran Parlov
en Barracuda. Con un grafismo tan sencillo como eficaz, daba
vida a un relato duro y saturado de ese humor negro que caracteriza a
Ennis y que ahora ha vuelto a ofrecernos en su última entrega:
Hombre de piedra.
Ya había reseñado con anterioridad la historia que sirve
de partida a ésta. En aquella ocasión nuestro veterano de
Vietnam se desplazaba hasta Rusia para hacer de las suyas. Ahora, un vengativo
general intentará atraerle hacia una trampa en un terreno tan espinoso
como Afganistán. El guionista aprovecha la ocasión para
ofrecernos su visión de la ocupación soviética, sin
ahorrarse detalles escabrosos. La incluye en una larga lista de conflictos
que jalonan de cadáveres las yermas tierras de ese país.
Pero si Ennis se mueve con soltura en aguas internacionales, desplazando
a sus héroes de un escenario a otro, más fácil parece
resultarle crear personajes con carisma, que llenan de sabor el relato.
Esto vale tanto para los villanos, con ese fantástico general Zakharov
y sus secuaces, como para el agente de las fuerzas especiales británicas
Yorkie o, por supuesto, la chica.
Y es que éste, como todos sus seguidores saben, es un tebeo de
tíos. El Castigador es un psicópata, un veterano de Vietnam
que ve cómo su familia es asesinada por la mafia. Desde ese día
dedica todos sus esfuerzos a vengarse y no es demasiado selectivo en cuanto
a los culpables que liquida. Por supuesto, esa no es una vida que se preste
al romanticismo, como mucho algún desahogo de vez en cuando. Si
a ello sumamos que se pasa los días y las noches enfrentándose
a auténticas máquinas de matar, tipos sin escrúpulos,
encallecidos, de moral inexistente y gatillo fácil, ya podrán
comprender que el tebeo transita un territorio plagado de diálogos
de camionero y violencia desbordada.
Así que lo que inventa Ennis es una novia a la altura de las circunstancias,
una agente dura como la piedra. Con una lengua tan sucia como la de los
malos y que en su primera aparición le vuela media cara a un talibán.
A partir de ahí el guionista se las apaña para construir
una imposible historia de amor, que se desarrolla en medio de una guerra
sin cuartel, en unas condiciones infernales que sólo pueden llevar
a una inevitable y fatal conclusión.
En esta ocasión dibuja Leandro Fernández,
que ya se había encargado del personaje en anteriores entregas.
Sigo prefiriendo a Parlov, pero aquí el dibujo es correcto y cumple
con sus funciones. Mejora respecto a otros episodios en los que las guerras
entre bandas mafiosas rivales resultaban un poco confusas. Entre los dos
construyen una gran aventura, cargada de acción y con unos cuantos
diálogos para no olvidar. Como el de la pareja protagonista, aislada
en una cueva de una perdida montaña afgana. ¿Tienes frío?,
pregunta ella. No, dice él. ¿Te sientes solo? Otra vez:
no. De todas maneras, ¿quieres follar? Claro, concluye él.
Florentino
Flórez
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