20 century boys
Naoki Urasawa
Planeta DeAgostini. Barcelona, 2005.

Viñetas
Nueva entrega de Usagi, el conejo samurai creado por el encantador Stan Sakai. Sombras grises recoge un conjunto de historias cortas que se van enlazando hasta constituir un conjunto coherente, rico en personajes y complejo en su desarrollo dramático, características habituales en la obra de este creador. En esta ocasión prima un ambiente detectivesco, en el que el protagonista ayuda a un inspector de policía a desenredar los misterios que rodean una serie de crímenes, en relatos que enlazan con la más sólida tradición de novela negra, con inspectores corruptos, crímenes encubiertos y corrupción en las altas esferas. Como es habitual, el sentido del deber del héroe se convierte en la clave para desenmascarar al asesino. Además, Sakai aprovecha una de las historias para rendir otro homenaje a una de sus principales influencias Lobo solitario y su cachorro. Imprescindible.

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Niños malos

Casi sin tiempo de recuperarnos del impacto provocado por su anterior trabajo, Planeta lanza la nueva obra de Urasawa. Si Monster nos encogió el corazón con su siniestra historia de psicópatas, niños asesinos, control mental y enfermizos ambientes, 20 Century Boys promete más de lo mismo, con algunos cambios de escenario, pero manteniendo la intensidad y profundidad con que nos conmovió en sus aventuras europeas.
Nos trasladamos de esa Europa tras la caída del bloque a un Japón fin de siglo, donde las amenazas terroristas y los avisos de guerra bacteriológica conviven con grupos que no encuentran sentido a su vida y adultos que no consiguen entender en qué momento perdieron todos los sueños de su infancia.

Episodio a episodio, Urasawa va tejiendo su tapiz, formado por muchas hebras diferentes y delicadas, en las que se mezclan nuevas amenazas totalitarias, reflexiones sobre el bien y el mal, la manipulación, las esperanzas frustradas y otros tantos ingredientes de difícil manejo.

Y, nuevamente, parece salir bien librado de su desafío. Como Taniguchi, cuya maestría comentaba hace semanas, Urasawa demuestra una sabiduría narrativa y un brío en la puesta en escena que para sí quisieran muchos. Su obra no sólo es profunda y necesaria, también entretenida y emocionante. Muchos de sus personajes acaban constituyéndose en arquetipos en los que podemos reconocernos, pero laten también con vida propia, sin que su carácter universal ahogue sus rasgos individuales.

La hipótesis de partida de esta saga es relativamente sencilla: un grupo de niños planea la conquista y posterior liberación del mundo, con robots asesinos gigantes, chapas identificadoras y toda la parafernalia y seriedad de los clubs secretos infantiles. Años después, muchos de ellos se han perdido la pista y llevan existencias anodinas que apenas se corresponden con las grandes expectativas de su niñez. Pero uno no ha olvidado las promesas realizadas y pone en marcha todos los planes imaginados en el pasado, a través de una sociedad secreta denominada Amigo. Asesinatos, drogas, prostitución, corrupción, todo vale para alcanzar los objetivos. Y tan sólo sus antiguos compañeros de clase podrán detenerlo.

Maravillosa historia, que no deben perderse.
Florentino Flórez

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