Stuck Rubber Baby
Howard Cruise
Dolmen Editorial. Palma, 2006

 

 

 

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Maricas y negratas

Reconozco que tardé en acercarme a esta novela gráfica. La recomendación de Boris Izaguirre en la portada me hacía temer lo peor. Tras el boom de Konig, los tebeos homosexuales han ido abriéndose paso en las estanterías de las librerías especializadas y resulta complicado distinguir lo que tiene interés de la morralla para consumo interno. Además, debo decir que Ralf Konig había acabado saturándome con su militancia. Si quiero oír un sermón me voy a misa. Pero esto es distinto.

Cruise construye las andanzas de su héroe con calma y sensibilidad. Utiliza un dibujo situado a mitad de camino entre Crumb y Nazario, que empalaga al principio por su rigidez y la saturación de sus acabados, pero que acaba resultando convincente, gracias a su laboriosidad y eficaz narrativa. La obra adolece de cierta saturación textual, aunque es justo añadir que lo que se nos cuenta tiene interés, los párrafos están bien escritos y, en general, se sigue con mucha más fluidez de lo que parece en un primer vistazo.

El tema se centra en la larga salida del armario de un joven blanco del sur de Estados Unidos durante el mandato de los Kennedy. Aunque reconoce sus impulsos, intenta negarlos iniciando una relación con una chica, que trabaja como activista a favor de la igualdad de derechos entre negros y blancos. El autor ensaya una jugada muy inteligente, comparando la posición de inferioridad de la comunidad negra con la situación de los gays. Y la interiorización, por parte de unos y otros, de los códigos de los dominantes, varones blancos y heterosexuales. Dicho así suena un poco esquemático, pero la gran baza de Cruise consiste en trascender esa tesis inicial y construir un relato emocionante en el que se presta especial atención a los sentimientos de los protagonistas y donde se nos permite echar un vistazo a otras formas de mirar el mundo, con naturalidad y sin truculencias.

Un trabajo realista, adulto y que puede ser disfrutado por cualquiera con un mínimo de sensibilidad. No se lo pierdan.
Florentino Flórez

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