Nostalgia razonable

En los últimos tiempos se ha convertido casi en una característica de nuestro mercado la proliferación de reediciones. Algunas son perfectamente prescindibles, pero otras constituyen espléndidas oportunidades para revisar obras maestras que podían habérsenos escapado en su momento. Tal es el caso de la recopilación que agrupa diferentes volúmenes de Valerian, sin duda una de las mejores series de ciencia ficción, o la diminuta recuperación de La Liga de la Justicia Internacional. O la lenta reedición de Predicador, o V de Vendetta, aprovechando el tirón de la película.O el bonito tomo que los de Astiberri han dedicado a un pequeño personaje que todos recordamos de las páginas de Mortadelo. Topolino, la frenética creación de Figueras, mantiene muchas de las virtudes que le atribuíamos: ritmo trepidante, aventuras enloquecidas, guiños al cine de serie B de terror, ciencia-ficción y serie negra, dibujo con unos acabados realmente sofisticados para lo habitual en el humor, con un cuidado especial por la línea y los grises, una imaginación disparatada y una especial atención a todos los elementos gráficos característicos de la historieta, comenzando por las onomatopeyas y concluyendo con los grosores y distribución de las viñetas.

Topolino no es una excepción afortunada en la obra de Figueras, sino más bien su norma. Sus capacidades como narrador, unidas a su peculiar humor negro, conforman un trabajo peculiar y diferenciado, que merece todos los homenajes que se le dediquen. No es arqueología sino un conjunto de episodios que mantienen su frescura y vitalidad y certifican la grandeza de un historietista realmente formidable.

Es bueno comprobar que vamos aproximándonos poco a poco a otros países más civilizados, donde la recuperación de las obras históricas de sus creadores más prestigiosos es algo habitual y no fruto del azar, como ha ocurrido por aquí hasta ahora. Afortunadamente, parece que todo esto empieza a cambiar.

Florentino Flórez