Animal Man
Jamie Delano, Steve Pugh y otros Planeta DeAgostini. Barcelona, 2007. © 2003 El Wendigo. Todos los derechos reservados El © de las viñetas pertenece a sus respectivos autores y/o editoriales. |
Ración de mal rollo Cuando a finales de los ochenta se publicaba esta serie, se anunciaba como una obra de calidad a la altura de otros éxitos del momento, como Watchmen o Question. Debemos recordar que por entonces se vivía un momento brillante, de renovación y creación. Jóvenes autores desembarcaban en el medio con ganas de cambiar las cosas, desarrollando nuevos conceptos o transformando y actualizando viejos personajes. Eso fue lo que hizo Byrne en Superman, Miller en Batman, un no tan joven O'Neill en la citada y brillante Question, Truman en la magnífica HawkWorld, Moore en La Cosa del Pantano, etc. El problema es que entre tanta calidad se colaron algunos listillos, que pensaron que habían pillado la fórmula del éxito. El caso más evidente fue el de Morrison, que se encargó de la primera etapa de Animal Man, obra que, como tantas otras de este escritor inglés, ha sido reeditada, mientras continúan cantándose las supuestas e innumerables virtudes que según parecen le adornan. Yo nunca he sido capaz de percibirlas. Más bien al contrario, siempre me pareció un escritor mediocre que se había apuntado a la moda de la revisión provocadora, a lo Alan Moore pero sin haber sido bendecido, como aquel, con una imaginación arrolladora y un buen ojo para las pasiones humanas. No. Morrison era más bien partidario de los discursitos, así que las páginas de Animal Man se llenaron de denuncias: el apartheid, la pesca de delfines, la situación de la mujer... Temas muy importantes que en sus manos se convertían en auténticos plastazos y que transformaron la serie en el tebeo de superhéroes que se comprarían los militantes de Greenpeace. Todo muy bien intencionado, supongo, pero me cuesta atribuir virtud alguna a alguien capaz de convertirse en protagonista de su propio tebeo, como hizo el bueno de Grant en el episodio de despedida. Los niveles de babosidad alcanzados sólo serían superados por Spiegelman cuando en la segunda parte de Maus se representaba encaramado a su mesa de dibujo, rodeado de cadáveres de judíos, explicándonos las presiones que había recibido y algunas de sus preocupaciones como autor responsable. Realmente impresionante. Con el tiempo, Animal Man cayó en las manos de Delano, que escribió más números de los que se publicaron por aquí en su momento. Ahora esos episodios perdidos han sido recuperados y nos podemos hacer una idea más completa de su aportación al personaje, que no fue despreciable. Ya se sabe que éste es un autor irregular, capaz de pajas de proporciones cósmicas, como Mundo sin fin, pero también de obras maestras del mal rollo, como El santo Maldito, aquel especial de Hellblazer dibujado por Talbot. Aquí no tiene la suerte de colaborar con un artista tan hábil, pero digamos que Pugh aporta otras cosas. En general, como ya habíamos comprobado en Carne y sangre, la miniserie que conocíamos de este equipo, se las apaña mejor con los animales que con las personas. Pugh es muy convincente a la hora de dibujar escarabajos, cangrejos, piedras, hierbas y otras texturas, pero tiende a exagerar las reacciones de los personajes, que resultan así envarados y poco expresivos. Con todo, aunque Delano mantiene el aire de feroz militancia ecologista, tiene más talento que Morrison y eso le lleva a incluir secundarios tan incorrectos y refrescantes como el hijo del héroe, que se pirra por las hamburguesas y desprecia todo aquello que a su padre le parece relevante. Y, sobre todo, la visión de la naturaleza es mucho más salvaje, acercando a Delano a las posiciones de Paglia. Admitiendo que nos hemos separado y hasta enfrentado a nuestro entorno, no se nos presenta éste como un lugar moral, idílico, pleno de armonía. Más bien se subrayan sus aspectos salvajes, feroces, brutales y la madre naturaleza se desvela como una matrona implacable, dispuesta a devolver todos los golpes recibidos. Delano insiste en los detalles escatológicos y cuando el héroe permite que su mujer se conecte con el mundo animal, como él hace gracias a sus poderes, ella apenas puede soportar la crudeza de esa visión. En conclusión, un tebeo irregular, que contiene
algunas ideas interesantes.
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