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De tales palos... Este es uno de esos tebeos que tocan temas serios. El asunto queda indicado desde la primera secuencia. Con un tratamiento como de sueño o recuerdo, asistimos a una escena de violencia doméstica. El relato continua con una madre que espera la salida de la cárcel de su hijo. A partir de ahí descubrimos que ella es una feriante y que su ex-marido ha vuelto a visitarla con no sabemos qué oscuras intenciones. Hay varios hijos adultos por en medio y la historia se mueve por ambientes casi marginales, con caravanas, putas y bares cutres. En general, puede considerarse un trabajo fallido. Por un lado, por culpa del dibujo. No es sólo que técnicamente la acuarela esté como mal rematada, dando más una sensación de torpeza que de frescura, que supongo es lo que se busca. Además, falla la dinámica corporal y casi todas las acciones resultan rígidas y poco creíbles. Sumen a eso evidentes problemas en las caracterizaciones. Nunca quedan claras las edades de los protagonistas y en más de un caso confundimos a Rosángela con su hija. Supongo que se pretende jugar con cierta ambigüedad entre ellas, pero más que su madre parece una amiga, lo que distrae y hace que la tensión dramática se diluya. En general el dibujo es inexpresivo y narrativamente ineficaz. Por el lado gráfico la obra es muy pobre. Quizás la única baza sea la capacidad del dibujante para situarnos en ambientes muy deprimentes. Pero hasta en eso resulta un poco teatral. Y los contenidos no son mucho mejores. Una vez señalado el tema y después de dejar claro que está tratando asuntos muy serios, el guionista empieza a embarullarse. Que si una vuelta al pasado por aquí, que si papá con su fulana por allá, que si el nuevo novio de mamá por el otro lado, que si los hijos son muy problemáticos, que si la niña nos ha salido un poco casquivana... Corbeyran teje un argumento que resulta excesivo para él y al final es incapaz de salir del lío en que se ha metido. O mejor, resuelve de manera absolutamente chapucera. Su historia de marginación y violencia, de destinos entrelazados fatalmente, parece gran cosa pero realmente acaba siendo muy poco. Los protagonistas no convencen, son estereotipos. Todo se enuncia de forma rimbombante y artificiosa. La dramática relación familiar es exagerada hasta la saciedad y tanto los personajes positivos como los negativos carecen de los matices necesarios para resultar humanos. Para más inri, el tebeo es larguísimo,
casi cien páginas que parecen mil. La acción avanza de manera
errática, pasando de un actor al siguiente sin que ninguno llegue
apenas a interesarnos y sin que descubramos cual es el motor del relato.
Son tantos los frentes narrativos que abre el guionista que da la sensación
de que ni él mismo sabe hacia dónde tirar. Posiblemente
si hubieran hecho el esfuerzo de ajustarse al formato de un álbum
convencional habría resultado menos desastroso. Pero claro, no
se pueden poner límites a la creatividad. Estos son los resultados.
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