Big in Japan © 2003 El Wendigo. Todos los derechos reservados El © de las viñetas pertenece a sus respectivos autores y/o editoriales. |
¡Canastas! Este tebeo ha sido editado por la Federación Española de Baloncesto y describe la travesía de nuestra selección en el último mundial. No es un caso habitual en la industria y por eso lo menciono aquí. Uno de los tradicionales problemas en el mundo del comic hispano es la progresiva disminución de lectores. Tras perder los quioscos, allá por los ochenta, prácticamente las únicas incorporaciones han venido de la mano de las series japonesas de animación. Algunos autores y editores se han planteado encontrar esos nichos del mercado donde pueden esconderse nuevos lectores. Ocurre de tanto en cuanto en el caso del humor, como los ejemplos de Maitena o Juanjo Sáez demuestran. Pero esa siempre ha sido una zona más universal que las aventuras gráficas que asociamos de una manera más específica con los tebeos. En ocasiones se ha intentado la contaminación con otros medios, como el cine o los vídeojuegos, aspectos de la industria del entretenimiento que sin duda rebosan de aficionados dispuestos a lo que sea, con tal de prolongar sus relaciones de fantasía con los héroes que pueblan su imaginación. O las viñetas se han dibujado pensando en sectores concretos, como el universo gay, una de las zonas que más se han desarrollado en las librerías. Más ocasionalmente se ha pensado en los deportes. Y lo cierto es que parece casi obvio. Si los seguidores de Fernando Alonso, Nadal o Beckham consumen todo lo que se escribe, edita, publica y produce sobre ellos, podríamos añadir algunos tebeos a esa abultada lista. Curiosamente, esa no ha sido la norma y, salvo excepciones, los deportes y el comic se han mantenido como universos paralelos. Recuerdo como algo tremendamente exótico aquellas historietas cortas sobre futbolistas que aparecían en las viejas revistas argentinas, como El Tony. Luego Eric Castell vino a jugar con el Barcelona en las páginas de Bruguera, donde también se publicó una serie deportiva muy interesante, el Equipo R. Ahora son los japoneses los que han vuelto al género, con series de futbolistas, boxeadores, jugadores de baseball y lo que sea. Por supuesto, no podemos olvidar el clásico Michel Vaillant, que reflejaba la pasión por los coches y la velocidad. Pasión que ahora mismo renueva Pau en las páginas de una revista de Tuning, donde publica la última aventura de Los Repartidores. Es uno de esos pocos autores que está intentando ese salto de los lectores habituales a un público, si no más amplio, al menos diferente. Confiemos en que le vaya bien y su talento sea finalmente reconocido como se merece. En cuanto a este Big in Japan es saludable por lo que supone: explorar nuevos territorios, extender al lenguaje del comic la pasión por un juego que cada día consigue más adeptos en nuestro país. En ese sentido, es una iniciativa que debemos aplaudir. Siempre he pensado que para que los productos más personales y especulativos sean viables, antes deben existir obras populares y masivas, que fortalezcan un mercado siempre en crisis. Obras como ésta. Otra cuestión son los valores concretos
de este trabajo. En primer lugar, debo decir que, incluso para un completo
iletrado en el mundo del basket como yo, el álbum resulta entretenido.
Se nota que ha sido producido a toda velocidad, con un color digital un
tanto oscuro y un dibujo funcional sin florituras. Pero el resultado final
es aceptable y el guionista ha tenido la astucia de enfatizar los momentos
más humanos, como son todas las expulsiones de aquellos que quedan
fuera de la selección, o la comentada muerte del padre del entrenador,
que fue silenciada para que no afectara al equipo. Así se consigue
una narración fluida, con mucho humor, aunque también una
paradoja. En un tebeo sobre un equipo de baloncesto, apenas se habla de
baloncesto. O mejor, apenas vemos cómo juegan. Entiendo que una
representación gráfica adecuada de los partidos habría
sido muy complicada, así que los autores los eluden, incluyendo
breves imágenes, como si de resúmenes televisivos se tratara.
En fin, una experiencia curiosa, con una bonita portada. Florentino Flórez
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