María y yo
María Gallardo y Miguel Gallardo
Astiberri Ediciones. Bilbao 2007.

 

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Diez años y un día
El 5 de diciembre de 1997 se iniciaba esta sección con un artículo titulado Vale más una Image que... Si no recuerdo mal, comentaba la aportación de la editorial americana Image, coincidiendo con la adaptación cinematográfica de su personaje Spawn. Una década después aquí seguimos.

La columna ha perdido su denominación original, Tebeo y no lo creo, y ha sobrevivido a diversos rediseños, cambios y reestructuraciones. En un año en que celebramos ese primer Premio Nacional de la Historieta, todavía es muy infrecuente que los periódicos dediquen parte de su espacio a los tebeos.

Hasta hace bien poco, curiosamente, tan sólo en otro archipiélago encontrábamos algo parecido, la tradicional columna de Manuel E. Darias en el Diario de Avisos. Ahora Álvaro Pons mantiene una sección regular en un conocido periódico, mientras que Hernández Cava sigue redactando necrológicas y aborda la crítica de tebeos esporádicamente en otro. Quiero decir, los espacios que regularmente se dedican a hablar del medio siguen siendo excepcionales y como tal deben clasificar éste que tienen delante.

Por ello debo recordar a quien me abrió la puerta al Diario de Mallorca, su entonces director Pedro Pablo Alonso, y a quienes a lo largo de los años no han intentado separar esta humilde actividad de otras artes más elevadas, como es habitual.

También debo agradecer a quienes me han ayudado con sus críticas. A Pere, que me acusa de ser demasiado estructural; a Pau, que me previene cuando abuso de la política; a los que se quejan en las librerías porque desvelo los finales o, simplemente, porque no están de acuerdo con mis puntos de vista. O a aquel escritor que no entendía que yo encontrara poco creíble un tebeo de Koning. En él, un personaje, policía y padre de familia, descubre con alborozo su homosexualidad al mearle otro en la cara. Será que lo has probado poco, me dijo. Efectivamente, pensé.

Ya ven, escribir es algo extraño que permite que diferentes visiones del mundo entren en contacto y se pongan a prueba. Mantengo mi fe en la estructura, mi visión de la política y todavía no incluyo el orín en mi dieta. Pero cada discrepancia me ha obligado a pensar y reexaminar mis puntos de vista, que por otro lado es lo único que espero conseguir con esta sección. Les agradezco su paciencia.

Y ahora hablemos de cosas más serias. Ya saben que Gallardo es una de mis debilidades. El chaval está de enhorabuena. Por un lado ha visto cumplido un viejo sueño: le han publicado en el New Yorker. Por ahora ha sido una ilustración interior pero ya estamos más cerca de la portada. Además ha sacado nuevo libro y, como viene siendo habitual en sus últimas entregas, emplea un formato a mitad de camino entre el cuento ilustrado y el cómic.

Ya había adelantado parte de su contenido en sus visitas a Palma hace un año. Nos cuenta unas vacaciones con su hija María, que tiene autismo. Sortea con habilidad y sobre todo humor la tentación del sentimentalismo. Y transmite, en cambio, auténtica emoción. Si no sienten algo ante esa escena en la que nos explica cómo su hija se queda hasta que anochece contando los granos de arena en la playa, hagan que les revisen el corazón. El dibujo y el acabado del libro, adecuados e impecables como siempre. Admito apuestas, pero me huele a Premio Nacional, el tiempo dirá. Desde aquí sólo cabe darle las gracias a Miguel por este regalo, una obra esencial, en la que todo lo que se cuenta es humilde y necesario, como los trazos con que construye sus personajes.

Florentino Flórez

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