R. Crumb. Recuerdos y opiniones Crumb y Poplasky. Global Rhythm Press S.L. Barcelona, 2008. 438 páginas, 36 euros. © 2003 El Wendigo. Todos los derechos reservados El © de las viñetas pertenece a sus respectivos autores y/o editoriales. |
No me da la gana La Cúpula continua reeditando las obras completas de Crumb y cada cierto tiempo incluye alguna historia que no conocíamos o que, sencillamente, habíamos olvidado. Por eso conviene estar atento. Pero mucho más nutritivo que esos pedazos ha resultado este volumen dedicado a su vida. No es el único del que tenemos noticias. Se habla de su relectura del Génesis o del tocho dedicado a una estrella porno, entre otros proyectos a los que sólo une un desmesurado volumen. Bob parece dispuesto a morirse atado a su mesa de dibujo, produciendo planchas hasta el final. Si todas sus nuevas entregas son tan jugosas como esta especie de biografía no nos quejaremos. Viene acompañada por un cd que recoge una selección de piezas interpretadas por Crumb con algunos de los grupos en los que ha participado, como The Chip Suit Serenaders o Les Primitifs du Futur. El aspecto más débil es una
rotulación inadecuada. El libro viene cargado de tebeos o fragmentos
de planchas y los diálogos están escritos con una de esas
familias que imitan la caligrafía manual. El resultado es bastante
lamentable y se escapa mucha fuerza a través de los bocadillos.
A esto podemos sumar fallos tontos como atribuir a Barks
la creación del pato Lucas, detalles que nos indican que la edición
ciertamente podía haberse cuidado más. En ese sentido, sorprende su lucidez. Divide
a los autores en narradores y dibujantes y atribuye a su hermano el poco
interés que tiene por la narración. Confiesa que siempre
prefirió dibujar portadas, porque disfrutaba con el dibujo mientras
que contar historias le aburría. Diría que esa contradicción
recorre todo su trabajo. Medita también sobre la tradición,
manifestando otra vez su rechazo hacia todo el arte posterior a la Segunda
Guerra. Curiosamente, él parece haber dado con algo nuevo, partiendo
de unas fuentes muy tradicionales. Mezcla elementos tomados de los grabados
satíricos del XIX con las carcasas blandas de los Animal Funnies
que leía de pequeño. Sumen a eso su particular universo,
cargado de obsesiones, represiones y fijaciones sexuales y el resultado
es explosivo.
|